Cartas electrónicas
Entre la divulgación y desfachatez
Esto es una suscripción a una newsletter. Si ya has pasado por el experimento y, por tanto, has comprendido que las preguntas son más interesantes que las respuestas, pasa. Te estaba esperando.
Si no sabes de qué va esto, hay una primera parte, GRATIS, a la que te sugiero que te apuntes para tomarme la temperatura. Aquí.
Pero antes dime:
¿A ti te gusta leer, o haber leído?
Porque el tiempo, como el saber, es importante en esta ecuación.
En realidad esto va de ti
Digo que va de ti porque todo lo que te llegará a tu correo son chispas de información que pretenden encender y alterar tus reflexiones. ¿Por qué?
O lo mejoramos, o nos come la vida.
Cómo eres tú para que yo te caiga bien
¿Por qué tú, que no me conoces, querrías suscribirte a esta newsletter y engrosar tus cientos de emails sin abrir?
- Porque no te crees todo lo que lees ni, últimamente, tampoco lo que ves. Si no tenías suficiente con las fake news, ahora también te lo gozas con los deep fakes. No nos podemos fiar ni de las noticias, ni de las imágenes, ni de los vídeos. Todo muy bonito —o muy chungo—, pero también muy falso. No te podrás fiar ni de mí, pero te explicaré cuándo y por qué.
- Porque la intensidad no sólo está en tu mirada, a ti te va eso de escarbar más allá de lo obvio. Tus pensamientos los elevas, pero también los bajas y hasta los retuerces. Yo te acompaño en tu origami mental.
- Porque eres un valiente intelectual y un detective de lo absurdo, abierto a abonar tu mente con preguntas incómodas y sin miedo a no encontrar respuestas.
- Porque lees muchísimo al día, todos los días. Ves vídeos con el móvil en silencio (vivan los subtítulos), respondes comentarios, haces scroll durante una hora... y sin embargo, cinco minutos más tarde de apartar el teléfono, no te acuerdas de nada de lo que has visto. Te maldices… y repites lo mismo al día siguiente.
- En definitiva, porque las incongruencias forman parte de tu vida.
Esta es mi hija, que ha sacado mis ojos
Cuando a mí me interesa un tema lo exploto hasta el punto de saturación. Durante un tiempo no paro hasta que noto que me hierve el cerebro. Entonces me detengo, la mayoría de las veces aturdida, hasta que otra temática me abduce y entonces vuelta a empezar.
No obstante, para mí lo importante es lo que sucede entre medias.
Absorbo tanta información que tengo que ponerla en orden, en mi cabeza y en papel. Con ello, saco conclusiones, formo opiniones —a veces incluso las cambio por otras que ya tenía—, o nada de eso y me quedo como estoy. Da igual.
Perdón, me daba igual.
Hasta hace poco, el placer lo encontraba sobre todo en el camino, en mitad del fango. Pero un día levanté la cabeza y me di cuenta de que no caminaba sola.
Es decir, que si todo esto que leo y escribo lo pongo al servicio de gente como tú y como yo, pues ganas tú y gano yo.
Porque si has sido capaz de llegar hasta aquí, doy por hecho que compartimos la curiosidad como herramienta de movilización.
Eso es lo bonito y lo sorprendente, porque nuestra verdadera riqueza está en las incógnitas que nos definen: experimentamos la vida de maneras tan diversas como sorprendentemente similares.
Compartimos las mismas incertidumbres, y con este proyecto comienzo por la fundamental para tirar del hilo:
¿Quién soy?
Algunos títulos de estas cartas de pago
- Soy una hormiga. Sobre la imposibilidad de tratar la individualidad sin entender el entorno y las relaciones que tenemos.
- Somos lo que recordamos. Sobre el papel de la memoria en la construción de nuestra identidad.
- Intenté vivir pero me distraje. Si bien todos tenemos las mismas 24 horas al día, la distorsión temporal hace que esas horas se contraigan o se expandan.
-
Dale la vuelta a la tortilla, que se te está quemando. Por qué la vocación profesional es tan peligrosa.
¡Bienvenido! Pasa, es aquí.